Esta villa está formada por un conjunto de viviendas dispuestas en dos alturas. En su fachada exterior, revocada en blanco, apreciamos ventanas y balcones que no llevan una simetría en su disposición. Las ventanas tienen contraventanas interiores y los balcones, rejas de hierro en forma de anillas, muy típicas del siglo XIX. La cubierta está realizada en teja árabe, apoyada en una sencilla cornisa.
Construida en la avenida López-Puigcerver, el edificio realiza un llamativo chaflán para girar y adentrarse en la calle Santa Anta.
El acceso a la villa se realiza a través de un portalón y zaguán. A la derecha, se encuentra un patio semicircular, donde se disponen las viviendas. Frente a ellas, un jardín y una huerta, donde llama especialmente la atención una torre-mirador. Esta distribución recuerda un estilo de arquitectura urbana manchega, inicio del tipo de vivienda colectiva en corrala, donde se encuentran los portales que dan acceso a las viviendas, porches y originales galerías de distribución en la segunda planta con columnas realizadas en fundición. Sobre el portalón de entrada y zaguán, existe una planta construida en ladrillo macizo ornamentada.
Por su ubicación tan próxima al castillo y a la entrada del bosque El Forestal, podría tratarse de viviendas para guardeses rurales o funcionarios vinculados a la gestión del castillo.
El elemento más llamativo de esta villa es, seguramente, la torre-mirador, construida entre 1890 y 1910 y restaurada en 2011. Realizada en estructura metálica de 15 metros de altura, su base está formada por una arquería de medio punto. Coronada con un romántico mirador acristalado circular, tiene un pasillo exterior perimetral, volado y decorado con una balconada metálica y una réplica de la arquería inferior, realizada en perfiles metálicos, cubierta por una bóveda con cornisa octogonal y con un pináculo ornamentado. Es una construcción sólida en su base y ligera y elegante en su parte alta. El acceso al mirador se realiza por una estrecha escalera de caracol, también de estructura metálica.
Como curiosidad, esta villa se sitúa sobre los terrenos de una antigua ermita dedicada a Santa Ana, primera iglesia de Villaviciosa, cuya fundación debió ser coetánea a la construcción del castillo, es decir, a finales del siglo XV. Se han encontrado restos óseos y lápidas del cementerio de la antigua ermita al construirse la villa. Hay una inscripción en los jardines que data de 1609, confirmando la existencia de esta ermita.
En el jardín, aprovechando su patio en forma de corrala, se llegaron a celebrar representaciones teatrales a finales del siglo XIX y principios del XX.